El Gobierno de Alberto y Cristina una vez más apeló a fórmulas fracasadas para tratar de tapar la falta de un plan económico.

Prohibir la exportación de carnes vacunas, nos corre de los mercados internacionales, que serán lógicamente proveídos por competidores como Uruguay.

Esta medida ya adoptada en el pasado por el kirchnerismo, no solo que no bajó el precio de la carne en las carnicerías, sino que por la prohibición de la exportación y por el desincentivo a la ganadería, al poco tiempo de ello se produjeron importantes aumentos de precios y se perdieron 12 millones de cabezas.

A modo de ejemplo podemos afirmar que el asado aumentó 1894%, pasó de $ 5,62 en mayo de 2003 a $ 112,09 en diciembre de 2015, según datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva).

Estos manotazos de ahogado que solo se le pueden ocurrir a un trasnochado, tiran por la borda décadas de trabajo de nuestros productores, que han logrado ser reconocidos mundialmente por la calidad y genética de nuestras carnes.