A más de seis meses de la llegada de la vacuna al país y con la aparición de las nuevas variantes del coronavirus como la Manaos o la Delta, se ha vuelto imprescindible no retrasar más el esquema completo de vacunación, del cual el gobierno nacional muestra números poco satisfactorios.

La decisión de prevalecer una relación amistosa e ideológica con unos países fabricantes de vacunas por sobre otros, antes que la salud de la población, impidió el arribo de dosis igualmente necesarias. 

Transcurrida la mitad del año, Argentina ya podría haber inoculado con una primera dosis a un porcentaje mayor al 40% y, sobretodo, con ambas dosis a mucho más que el magro 9% que señalan los indicadores. 

Cuánto antes se acelere este proceso entre los adultos mayores y personas con factores de riesgo, menos se engrosará la vergonzosa cifra de casi 100 mil muertos; antes se podrá volver a poner en marcha una economía por demás golpeada tras un año y medio de poca actividad; antes se podrá retomar la tan necesitada presencialidad en las aulas; y antes se pondrá fin a un sistema de fases, que también parece haber quedado obsoleto. 

DOCTOR ALEJANDRO CIERI