En menos de una semana, Vanesa Sobrero (40) pasó de estar "destrozada" a uno de los amaneceres más felices de su vida. Su hijo fue el primer paciente con hepatitis aguda grave de origen desconocido en Argentina desde se declaró el alerta epidemiológica pediátrica nacional. Tres días después del trasplante de urgencia en Rosario, el nene despertó y pidió por ella de inmediato.
Pablo Álbarez, de 8 años, lleva más de una semana internado en el Sanatorio de Niños. Vive en la vecina localidad de Funes y lo derivaron el miércoles 11 de mayo, cuando vieron que su estado de salud había empeorado y se reducían las chances de que su hígado pudiera mejorar.
Gracias a la donación de una familia de La Pampa, el chico de 8 años ingresó al quirófano a tiempo y el trasplante se completó el último martes después de una cirugía de casi ocho horas. Si bien sus padres fueron a verlo todo el tiempo y estuvieron lo más cerca posible dentro de lo que permite un post-operatorio complejo, recién este sábado recibieron el llamado que tanto esperaban.
La noche anterior, Pablito se despertó en el Sanatorio de Niños. Ya le habían retirado la asistencia respiratoria mecánica y quería ver a su mamá cuanto antes. Vanesa acudió ni bien le avisaron y ahora puede quedarse a su lado para ayudarlo en esta nueva etapa del tratamiento.
Los médicos informaron que la evolución sigue los parámetros deseados. Si no surgen complicaciones, el nene podrá regresar a su hogar en diez días para reunirse con el resto de su familia en Funes.
Mientras tanto, en el sanatorio privado del centro de Rosario habilitaron espacio suficiente para que Vanesa y su marido puedan estar con su hijo. Pablo ya empezó a comer para probar si su sistema digestivo tiene tolerancia a la ingesta oral.
Ante la consulta del diario La Capital, la madre del niño comentó: "No quiere que me vaya ni un minuto de su lado". Aunque volvía a dormirse cada tanto, apenas se despertaba, le pedía que no se fuera.
A la espera de poder regresar a su hogar, Vanesa aseguró que lo único que necesita en este momento es "estar cerca de él". Sobre el primer contacto, comentó: "Le di un beso y le dije que todo el mundo le había mandado saludos".
Además de disfrutar del reencuentro, la madre de Pablo dejó en claro que no olvida los días de angustia que vivió desde que le mencionaron la posibilidad de un trasplante. Así reiteró su agradecimiento a la familia del joven fallecido en La Pampa por consentido la donación del hígado y otros órganos. "Jamás olvidaré a los padres que tuvieron ese gesto inmenso en medio del dolor", manifestó.
De acuerdo al plan de los médicos, el nene pasó a la sala de terapia infantil después de la cirugía y la respuesta favorable de su organismo. Dentro del trabajo a largo plazo no sólo le brindarán asistencia médica sino también psicológica para que pueda procesar lo que vivió desde que dejó us casa de Funes e ingresó al Hospital de Niños Zona Norte de Rosario.
El día después del trasplante, Vanesa recordó que antes de la internación había acompañado a su hijo con la idea de que tenía "una hepatitis así nomás". Entonces le dijeron que el chico tenía que pasar a terapia y comenzó la parte más dura: "Me estaba muriendo, no lo esperaba".
Superada la prueba de fuego en el quirófano, los Álbarez aspiran a ponerle punto final a la internación. Si Pablo sigue en el camino esperado, regresará a su casa pronto para afrontar la nueva parte del tratamiento en una nueva etapa de su vida.