Pese a las recomendaciones de los organismos internacionales, el presidente Jair Bolsonaro, quien contrajo coronavirus el años pasado, ha relativizado el impacto del virus desde el inicio de la pandemia. Además, de haber cuestionado la eficacia de las vacunas, también es un férreo crítico de las medidas de aislamiento social, por sus efectos económicos, así como el uso de mascarillas.
Su gestión frente al covid-19 le valió multitudinarias protestas en su contra, e incluso denuncias ante organismos internacionales, como la que realizó la Conferencia Episcopal de Brasil ante la ONU y la OMS a fines de enero. Los obispos brasileños denuncian una 'conducta política, económica y social contradictoria, negacionista, indiferente al dolor' que 'está amplificando las profundas desigualdades'.