Advierto a los lectores que no existe en el Diccionario de la Lengua Española una definición exacta del vocablo empleado en el título de este escrito. Pero lo cierto es que así nos venimos sintiendo desde hace ya 100 días. Las razones de ello son más que obvias y no se trata de aprobar o no la decisión del actual gobierno de imponernos esta Cuarentena, sino de ver cómo respondemos como individuos a ella. Afectar nos afecta a todos por igual y esa afectación será en mayor o menor grado acorde a la vida que cada uno de nosotros está acostumbrado a llevar. Todos, absolutamente todos, nos estamos viendo y sintiendo perjudicados por este paréntesis que nos vimos obligados a colocar en nuestra vida cotidiana. En el plano económico esta suerte de parate en nuestra actividad incide tanto en el propietario de una gran fábrica, el de una pequeña o mediana empresa como en quienes nos ganamos el puchero trabajando en casa… Los profesionales también están viendo día a día la reducción de sus ingresos. Hoy por hoy no hay ilesos. Todos estamos contagiados. Y hoy por hoy en nuestras cabezas apareció esa necesidad de reinventarnos cada día, de transformar lo negativo en positivo, de sobrellevar de la mejor manera posible esta circunstancia. Es hoy que debemos poner en práctica nuestra resiliencia, capacidad esta que tendremos que desarrollar aún más en la post pandemia…
Es muy difícil hablar en estos momentos de cómo nos recuperamos de este conflicto existencial, precisamente porque lo estamos padeciendo. Ni siquiera podemos celebrar que sea viernes o que llegó el 'finde'. ¡Todos los días nos deparan lo mismo! Esta sensación de encierro es desde hace unos días constante, y en algunos casos se ve profundizada porque los medios y las redes nos hacen ver qué es lo que estamos viviendo, el minuto a minuto de los estragos que está causando el Covid-19 en el planeta. Lo vemos. Lo percibimos. Aún descreyendo de algunas cuestiones, lo sentimos en carne propia... ¿Cómo salimos entonces de algo que por el momento no podremos salir? La pregunta mejor formulada sería ¿Qué podemos hacer para sobrellevar de la mejor manera posible este angustiante período? La respuesta mis estimados, está en cada uno de nosotros.
Para ponerle un poco de buen humor a todo este desagradable asunto, lo principal que tenemos que tener en cuenta es que todos estamos en el mismo baile. Así que elijamos el paso que nos resulte más cómodo para lucirnos y más relajado porque esto -señores- viene para largo. Probemos con tirar algunos 'tips': De entrada podríamos consultar con nuestros iguales qué cosas hacen para llenar esas horas que antes llenaban fuera de sus hogares y rodeados de gente. Qué actividades nuevas se pueden encarar dentro de cuatro paredes. Consultar con algún amigo o pariente ¿Qué recursos adoptás para evitar que la angustia que nos genera el presente encierro haga que se nos dispare la mente y caigamos en una eventual depresión? ¿Cómo hacés vos para que esa angustia no se vuelva una 'angustia oral' y te devores todo lo que haya frente a tus ojos? ¿Llorás? ¿Reís? ¿Pataleás?
Podemos elegir ser libres o esclavos de nuestro encierro. Estamos en el mismo baile. La coreografía en este escenario tan particular debe ser muy más que ingeniosa y creativa. En estos días sólo nos resta por hacer cosas que mantengan nuestro buen estado anímico fundamentalmente porque si lo que nos acecha es un virus, nos conviene conservar nuestro sistema inmunológico con sus defensas altas y si tendemos a la tristeza, a la melancolía, a la desazón diaria; no podremos lograrlo. Hagamos, así como estamos 'encuarentenados', todo aquello que nos haga sentir mejor. Escuchemos más música. Leamos. Miremos buenas películas. Interactuemos en las redes. Hagamos video llamadas con la familia. Arreglemos la huerta. Mejoremos el Jardín. Tejámosle una bufanda a un nieto. Saquémosle más brillo a los zapatos. Lustremos cacerolas. Cambiemos el vástago de la canilla. Re ordenemos placares. Escribamos un diario íntimo. Hagamos palabras cruzadas o rompecabezas… Y cada momento rompámonos la cabeza buscando algo que nos haga bien. Busquemos formas gratas y entretenidas de pasar estas penosas horas. Busquemos algo para hacer que no sea sentarnos a mirar nuestro propio encierro. Busquemos la manera de salir mentalmente de él, aunque permanezcamos adentro.
MARÍA EUGENIA LA ROCCA