Desde el inicio de la pandemia hemos reiterado la preocupación con respecto al lugar que el gobierno le dió a los niños y niñas en la agenda. A lo largo de todo este tiempo se ha hablado de muchos temas, sin embargo, el turno de ellos parece que nunca llega. Las restricciones a las salidas, la ausencia de contacto con sus pares, la convivencia con familias agotadas que asumieron rol de docentes, padres y madres que además, muchos continuaron con sus trabajos fuera del hogar, como así otros que perdieron sus empleos impactando negativamente en el seno familiar. En este contexto, el entorno de los niños se vió desfavorecido en muchos aspectos, por lo que necesitan de manera imprescindible personas adultas que los quieran, los cuiden y contengan.
Actualmente, los niños y niñas transitan todos los ámbitos menos el educativo. Y cuando lo hagan, será el último lugar al cual lleguen cuando debió haber sido el primero en ocupar. Se ha dicho mucho en relación a la vuelta a clases: 'que habrá distintas formas de regresar', 'que se tendrá en cuenta la situación epidemiológica de cada provincia', 'que los gobernadores de cada provincia decidirían', 'que las escuelas debían abrirse pero…' siempre un pero. A esta altura, y habiendo pasado un año lectivo sin clases presenciales, parece indiscutible que la vuelta a la presencialidad sería beneficioso para niños y niñas por varias razones. A la luz de la experiencia de muchos países del mundo, como así también lo respaldan organismos internacionales, volver a abrir las escuelas es un imperativo y aún más en un país duramente desigual como el nuestro. La pandemia profundizó brechas de desigualdad y sabemos que la escuela es la indiscutida aliada para abrazar y dar oportunidades a todos los niños y niñas.
De este modo, resulta inexplicable que a diez meses del inicio de la cuarentena eterna, ni el Gobierno Nacional ni el Gobierno provincial tengan un plan concreto sobre la vuelta a clases presenciales. Es urgente la necesidad de una hoja de ruta que nos plantee cómo, cuándo y de qué manera van a volver a las aulas, a sabiendas de las vicisitudes que se vayan presentando con la evolución de la pandemia. Estamos de acuerdo que lo mejor para los chicos es la vuelta a la presencialidad, que es la mejor estrategia para llegar a cada uno de ellos y ellas y acompañarlos en este proceso tan difícil ¿Qué es lo que al gobierno le impide tomar esta decisión? A esto le sumamos la evidencia que pese a los enormes esfuerzos realizados por docentes, familias y estudiantes, muchísimos de estos últimos han abandonado la escuela, otros no realizaron las tareas solicitadas y tantos otros no se conectaron porque, además, en una Argentina que seis de cada diez chicos son pobres, es un hecho que la falta de conectividad deja por fuera del sistema a quienes más necesitan estar en la escuela y a quienes más deberíamos acompañar para sostener su trayectoria educativa. Los estudiantes deben tener continuidad en las aulas, sistematicidad en la enseñanza y en el aprendizaje para evitar el incremento de la ignorancia. Es prioritario recuperar y fortalecer la calidad Educativa.
Víctimas de la improvisación, mareados por idas y vueltas, esta pandemia parece que avanza en piloto automático sin planificación alguna. Esta situación nos genera más incertidumbre y encierra una gran paradoja donde es difícil dilucidar quien toma las decisiones. La falta de brújula y las contradicciones del Ministro de Educación de la Nación, como el silencio abrumador de la Directora General de Cultura y Educación de la provincia preocupan y mucho. La falta de respuesta y de un plan a seguir en esta situación tan delicada amerita urgencia en las decisiones. Los sindicatos por su parte deciden mantener la virtualidad como si de ellos dependiera la política educativa, llevando de las narices a todos y a un gobierno nacional y provincial que cede ante la pretensión.
Aunque para el gobierno no lo sea, la educación es esencial y es sabido que el rol social que desempeña la escuela es irremplazable, ya que es una institución que en la práctica es la caja de resonancia del malestar de los niños, niñas y adolescentes que allí acuden. Mientras millones de alumnos y alumnas en la provincia de Buenos Aires esperan certeza, las aulas siguen vacías y la educación se debilita cada vez más en un país donde no todos llegan a las aulas virtuales.
Es necesario consensuar la urgencia y la importancia de resolver la problematica educativa dentro del ámbito de la pandemia. Volver a la escuela significa lograr que niños, niñas y adolescentes tengan la mejor educación posible, en el entorno más seguro.