Alejandro Miguel Ochoa, el motochorro de 55 años detenido anoche, acusado del robo y asesinato de la psicóloga María Rosa Daglio en Ramos Mejía, fue beneficiado por la Justicia para dejar la cárcel. A pesar de un largo prontuario con más de una decena de causas desde 1990, cuatro estadías en penales bonaerenses y una condena de 2017 por otro violento robo a mujeres en Mar del Plata en el que fue condenado a ocho años y cuatro meses, lo soltaron. Ya suelto, volvió a atacar. Ese ataque, según la imputación del fiscal Federico Medone, le costó la vida a María Rosa.
No solo eso. Para salir de la cárcel, Ochoa le mintió a la Justicia.
El 29 de abril de 2020, luego de recibir la prisión domiciliaria con una decisión de la Sala I de la Cámara de Apelaciones de Mar del Plata firmada por el juez Marcelo Riquert, juró que se quedaría en su casa de Castelar junto a su mamá, su hermano discapacitado y su hijo pero en lugar de eso salió a robar. También prometió que cada 15 días pasaría por un juzgado a notificarse pero nunca lo hizo.
La Justicia tardó seis meses en darse cuenta y ordenar que vuelva a la cárcel pero nunca lo fueron a buscar. Recién se interesaron cuando en todos los medios se difundió el video del violento robo a Daglio y se conoció que había muerto a raíz de los golpes en su cabeza. No solo eso: según registros consultados por el fiscal Medone, fue detenido en 2020 tras su salida por supuestamente cometer un robo en Morón.
El 17 de febrero de 2016, Ochoa, de acuerdo a la condena, salió con su moto a robar por la calle Pellegrini en Mar del Plata. Primero le quitó la cartera a una mujer mayor y luego, en su raid delictivo, intentó arrebatarle la mochila a una chica. En el segundo caso la situación se complicó porque el brazo de la víctima quedó enganchado y fue arrastrada por la moto. La situación terminó con Ochoa detenido y la chica en el hospital con su brazo derecho fracturado en tres partes distintas.
Por este delito Ochoa fue condenado a 8 años y 4 meses de prisión acusado de robo agravado y lesiones graves. Debía permanecer en la cárcel de Batán hasta el año 2024 pero algo interrumpió su estadía en ese penal: la pandemia del COVID-19.
Más adelante, en su escrito, el magistrado Riquert toma en cuenta el buen comportamiento que, aparentemente, desarrolló Ochoa en su estancia de cuatro años en Batán y distintos cursos que realizó durante su encierro.
'Debemos considerar la gran adhesión a las propuestas en el penal, a saber: su desempeño laboral en la química de la unidad penal, así como su tarea de mantenimiento en el sector de visitas. Asimismo, la promoción de primer y segundo año del ciclo secundario y su concurrencia a los talleres de yoga, teatro, Alcohólicos Anónimos e instructor de ajedrez', explica el juez.
Luego, ya suelto, Ochoa salió a robar otra vez.