En 2021, Rocío Barberá vivió el peor año de su vida luego de que el coronavirus se llevara a sus padres con un mes de diferencia y poco después, falleciera su hijo que padecía parálisis cerebral. Pese al profundo dolor que le tocó transitar, el 17 de diciembre rindió su última materia para recibirse de profesora.
En diálogo con Los Andes, la mujer de 32 años recordó: 'Mi mamá estaba llena de temor al contagio pese a que era una mujer joven, de 64 años. El proceso fue difícil y aún mucho más cuando cayó enfermo también mi papá. El deterioro y la involución se dieron sin prisa ni pausa pese a todos los esfuerzos del personal de la clínica, que estuvieron presentes en todo momento desde lo humano y lo profesional'.
Luego, a los días murió su papá, Daniel, también víctima del coronavirus. Sin embargo, la pesadilla de Rocío no terminó ahí, ya que en noviembre, su hijo, Valentino, de 12 años, que sufría un daño cerebral desde su nacimiento, se descompensó y falleció el 11 de ese mes. En ese sentido, la profesora se sinceró: 'De vivir con ellos tres, que eran mi razón de existir, quedé sola. Fueron tres golpes muy duros, difíciles de sobrellevar: sentí que ya no tenía por quién seguir luchando'.
En medio de la tristeza y el dolor por haber perdido a las tres personas más importante de su vida, Rocío se puso de pie y decidió retomar la carrera que había iniciado hace tiempo. 'Cinco meses después, cuando quedé absolutamente sola, me di cuenta de que debía levantarme solo por mí. Era la única responsable de mi destino', explicó.
n ese contexto, la profesora reflexionó: 'Siempre había soñado con salir del examen y abrazar a mis padres, agradecerles y darles la alegría de la meta cumplida. Ellos fueron pilares fundamentales para que pudiera criar a Valentino, que sufría múltiples dificultades. No se me dio, pero en cambio estuvieron mis hermanos, sobrinos y amigos de fierro que supieron apoyarme desde el primer momento'.
En cuanto a la internación de su madre, Rocío agradeció al personal de la Clínica de Cuyo. 'Quisiera destacar el gesto del personal de ese hospital, que movió todas las camas y ubicó a mis padres juntos. Mi mamá estaba en coma farmacológico y mi papá no le quitaba la mirada de encima. Finalmente, ella se fue el 10 de mayo y él la siguió el 2 de junio. Los médicos y enfermeros les habían tomado mucho cariño, especialmente a mi padre, un tipo muy educado y amoroso que había logrado un vínculo extra-profesional', completó.