Estaba en la plaza central de la ciudad mendocina en la que nació, en la que vive y en la que cría a sus cuatro hijos cuando escuchó que le gritaban que qué bien, qué ejemplo, que siguiera así. Algunos conocidos y otros desconocidos se acercaron a saludarlo, a darle la mano y las gracias por ser un modelo a seguir.
Saúl Jiménez, el albañil que encontró 250.000 pesos entre los escombros de un local que estaba terminando de desmantelar y que los entregó a sus dueños, escuchó todos esos halagos este martes. Fue su primer día en un trabajo estable después de muchos años de changas.
La noticia corrió rápido y ocurrió la semana pasada. Saúl estaba en la planta baja de una construcción un poco local y otro poco casa, que se había incendiado por un cortocircuito. Estaba removiendo unos escombros cuando encontró 250.000 pesos. "Estaban en fajos pero sin nada más, sin una bolsa, sin un bolso. Nada. Los vi y no dudé: a mí me educaron para que no me quede con nada que no es mío. Así que los agarré y se los llevé al dueño del local.
Ahora Saúl trabaja todos los días a la misma hora: empieza a las siete de la mañana y termina a la una del mediodía. El tiempo que le queda disponible puede usarlo para hacer trabajos como plomero o albañil y sumar un dinero extra. "Con este ingreso vamos a estar mucho mejor. Nada de despilfarro ni nada parecido, pero voy a saber con qué cuento para darles de comer y vestir a mis hijos", explica.
Consultado sobre si hubo quienes le dijeron que tendría que haberse quedado con la plata, responde: "Hubo algunos, sí. Varios, aunque la mayoría haya estado de acuerdo en que había que devolver el dinero. Esos que me decían que había sido un boludo me decían también que con esa plata podría haber solucionado muchos de mis problemas. Deudas, algo de la casa.
Pero para mí no, para mí los problemas se solucionan con algo que todos los meses me garantice que voy a tener lo que necesito para ocuparme de mis hijos", reflexiona. Y agrega: "Igual la mayoría de los que tuvieron algo para decir, dijeron cosas positivas. Que había estado bien, que esto es lo que hay que hacer".
Como apenas empezada la charla, Saúl insiste en que esto de encontrar 250.000 pesos y dárselos inmediatamente a su dueño es lo que le enseñaron. "Mis padres, mi familia, aprendí de ellos. Por eso no tuve ni un segundo de duda: sabía que eso era lo que me habían enseñado y que eso era lo que había que hacer", cuenta, orgulloso y con la voz firme.
Entre los que celebraron su acción -y la oferta laboral que llegó después- están sus tres hijos más grandes, que sonríen cuando ven la cara de su papá en los noticieros que pasan por televisión. "Me dicen que están muy contentos, que hice algo que está muy bien. Les llama la atención que me reconozcan en la calle y eso los alegra. Para mí es importante mostrarles esto. Ojalá funcione como ejemplo de que hacer las cosas bien trae cosas buenas, porque es lo que yo les quiero dejar a ellos", explica Saúl.
Ahora que sale en la tele y en los diarios y que en la plaza central de General Alvear lo paran para felicitarlo, Saúl dice que todo eso lo hace sentir bien. "Es lindo sentirse valorado. Yo estaba seguro de que lo que había que hacer era devolver la plata. Pero es lindo que eso haya traído cosas buenas", insiste.