Se llama violencia institucional a los actos u omisiones de los servidores públicos, en cualquier orden del gobierno, que tiendan a discriminar, dilatar, obstaculizar o impedir el goce y el ejercicio de los derechos humanos de todas las personas. En nuestro país uno de los hechos más conocidos en lo que respecta a la violencia institucional es la Masacre de Ingeniero Budge, ocurrida el 8 de mayo de 1987, cuando un grupo de policías mató a tres jóvenes –Agustín Oliveira, Oscar Aredes y Roberto Argañaraz, de 26, 19 y 24 años, respectivamente–, haciendo abuso de poder y violando los derechos humanos. En 2012, y en memoria del trágico suceso, la Ley Nº 26.811 estableció el 8 de mayo como el Día Nacional de la Lucha Contra la Violencia Institucional.
Valeria Martino es chacabuquense, subcomisaria de la Policía Bonaerense y titular de la Comisaría de la Mujer y la Familia de Salto. La violencia institucional es un tema que estudia y aborda en profundidad, especialmente en lo referido a las mujeres como víctimas de la misma.
'Es algo muy común en lo que hace al tema policial –relata a De Hoy–, pero la realidad es que la violencia institucional, que es la ejercida abusivamente por agentes y funcionarios del Estado en cumplimiento de sus funciones, se ve en todos los órdenes de la vida: en el sistema penal, en el de la Justicia, el de la Salud. Aparte de las mujeres, quienes más la sufren son las personas jóvenes y las personas vulnerables que están en situación de pobreza. Pueden ser agresiones, torturas sistemáticas y hasta incluso se puede llegar a la muerte. Esta violencia, como todas las demás, puede ser física, psíquica, sexual o simbólica; la más común contra la mujer es la violencia sexual.
–La mujeres policías, ¿también son víctimas de esta violencia institucional?
–Yo sufrí violencia institucional por parte de mis superiores desde que inicié la carrera en 2002, mientras presté servicios en Chacabuco durante quince años, y siempre fue por el medio más frecuente que es el acoso a la mujer, a través de la violencia sexual. Es esa época, las mujeres todavía teníamos mucho miedo dentro de la fuerza policial, aún no teníamos la ley de la violencia contra la mujer, que fue decretada en 2009. Las Comisarías de la Mujer empezaron a aparecer en ese año, así que no era común hacer una denuncia como lo es hoy. Hoy, cuando un policía hace prácticas ilegales en su profesión, los civiles pueden hacer la denuncia en la Fiscalía. Esto es común hoy en día, por suerte se ha avanzado muchísimo en este tema con respecto a lo que es animarse a hacer una denuncia contra cualquier funcionario público.
–¿Se ven cambios desde la época en la que empezaste como policía a la actualidad?
–Sí; hubo un cambio gracias a las que leyes que hoy en día protegen a las mujeres. En mi caso, nunca me animé a denunciar, primero porque no tenía leyes que me ampararan, y segundo porque tenía muchísimo miedo. En esa época éramos muy poquitas, cuatro o cinco en Chacabuco, así que fue complejo. Desde negarme la posibilidad de hacer un curso para un ascenso, a mandarme a hacer tareas totalmente ajenas a lo que es la función policial, tenerme en jornadas de trabajo mayores a 24 horas, que es el horario común de cualquier policía, un abuso bastante importante que no me animé a denunciar. Cuando sufrí el último abuso policial en Chacabuco, por el cual me fui de acá, me trasladaron. Si bien algo cambió, yo, que era la víctima, como nunca denuncié, eso quedó entre jefes, y en vez de ampararme o protegerme, me trasladaron a mí y ese jefe siguió trabajando en Chacabuco como si nada. Cambios hubo, ahora somos muchas más y estamos más empoderadas, lo que no significa que no haya casos. A diario vemos casos de abusos sexuales a compañeras, pero gracias a todas las leyes que hoy no amparan y las instituciones que monitorean este tema, como la Comisión Provincial por la Memoria, hoy se denuncia, se activa y se puede coordinar con un montón de instituciones que trabajan en este tema para que no quede en la nada.
'También está la violencia que las mujeres sufren en las cárceles, que obviamente está ligada a los estereotipos de género –agrega–. Las formas de juzgarlas, de estereotiparlas, lleva a que no se atiendan adecuadamente sus necesidades. Se trata de mujeres que están detenidas, con familias en su mayoría en estado de vulnerabilidad. Se ve mucho en lo que son las requisas o cuando hay que hacer un protocolo en las revisiones médicas, y ni hablar de las malas condiciones de infraestructura que hay en todos lados. Hay que generar conciencia y accionar, la sociedad civil tiene que involucrarse más, no nos olvidemos que son seres humanos que hay que atender para que cuando vuelvan a la vida en sociedad tengan menos violencia acumulada. También tenemos la violencia que sufren las mujeres transexuales, la prostitución, las mujeres migrantes, son temas en los que más se ve lo que es la violencia institucional, que no solo está en el ámbito policial sino en todo lo que es el sistema del Estado.
–Los cambios que van apareciendo en la sociedad, respecto de los derechos de las mujeres, ¿han contribuido a algún tipo de cambios dentro de la institución policial?
–La verdad que no cambió, por eso digo que se denuncian muchos casos. Yo tengo mucho trabajo en la Comisaría de la Mujer (de Salto). Muchos de ellos se dan en entornos familiares o de pareja. A pesar de la creación de la Comisaría de la Mujer y de que el personal policial hoy en día está obligado a capacitarse en perspectiva de género. Hay un protocolo de actuación policial en casos de violencia de género. El Ministerio de Seguridad, con la Superintendencia de Políticas de Género, trabajan muchísimo para este famoso cambio de paradigma en la sociedad y en lo que es la institución policial, pero se siguen viendo muchas denuncias así que no creo que haya cambiado mucho, a pesar de todos los avances que hubo con las leyes y las instituciones que tratan la violencia de género y familiar.
–¿En qué habría que poner acento para que la situación mejore?
–Tratamiento de la temática, hay, eso está claro. A raíz de todo el avance que tuvimos en materia jurídica, el Ministerio de Seguridad se dio cuenta de todo lo que estaba pasando, de que nos estaban matando a las mujeres, y se crearon las Comisarías de la Mujer, que están diseñadas con todo el confort de un ambiente seguro y protector para que las víctimas se sientan cómodas y contenidas, En lo que estamos fallando es que cuando se denuncia a un policía por abuso sexual, no tiene tanto que ver con lo que es Policía, sino con la Justicia, que no da las condenas ejemplares que se tendrían que dar, que son las que están impuestas en el Código Penal. El Código Penal está muy bien hecho y tiene todo muy claro, el tema es que no se lo está haciendo cumplir. La Auditoría General de Asuntos Internos hace la investigación, le da una sanción y el policía es exonerado de la fuerza, pero con eso evidentemente no está alcanzando. Hace falta que haya más Justicia. No olvidemos que fue decretada la Ley Micaela, por la que todos los integrantes de los tres poderes tienen que hacer capacitaciones en género. A pesar de todo lo que hoy en día tenemos, la Justicia sigue siendo patriarcal. Un caso claro de violencia institucional es el de Cristina Páez, la mujer que estuvo once años detenida por un crimen que no cometió. Salió hace poco y terminó suicidándose porque fue terrible la discriminación que sufrió en la sociedad, a pesar de haber estado detenida injustamente.
–Las mujeres policías, ¿tienen bien en claro este problema dentro de la institución? ¿Intentan cambiar las cosas?
–Policía se rige por una ley de personal muy estricta, que todavía no se modificó. Tenemos una disciplina muy estricta, a mi entender ciertos criterios ya tendrían que ir cambiando, que no tienen nada que ver con lo que es la violencia de género. Pasa más por el miedo de hablar o de activar, voy a tener problemas, voy a perder el trabajo. Sigue habiendo mucho miedo a lo que es la institución, que es totalmente verticalista. Con todos los avances que tuvimos en las leyes, las mujeres estamos más empoderadas y nos sentimos mucho más representadas. En la cuestión policial, si bien las chicas son conscientes y muchos varones también, será muy difícil lograr este famoso cambio de paradigma para que a las mujeres dejen de abusarnos y destratarnos. Hay que revertir toda esa situación que puede terminar en el femicidio. Hay que reeducar a toda la sociedad, esto pasa por esa cuestión, no lo veo imposible, pero sí va a llevar muchísimo tiempo más. La violencia de género nos atraviesa a todos como sociedad, no sólo porque termina en femicidio. El femicidio termina con el suicidio del hombre y chicos en estado de orfandad. Es un problema totalmente complejo, ojalá que algún día cambie.
–La sociedad, ¿también discrimina a la mujer policía?
–El estado de desigualdad de la mujer en la sociedad se da. Sigo teniendo experiencias en la calle si tengo que lidiar con un delincuente, hay desigualdad. La sociedad ya discrimina al uniforme, sea varón o mujer. Pero si hay que intervenir en un caso y hay dos mujeres, si son hombres, ese estado de desigualdad hace que sean abusivos y violentos.
Para finalizar, Valeria Martino reflexiona: 'Me costó, pero hoy llegué a tener una jerarquía de superior dentro de la fuerza y puedo cumplir el sueño de estar al frente, comandando una Comisaría de la Mujer y la Familia, que es lo que tanto deseaba en la carrera. Quiero decir que me siento muy respetada y valorada donde estoy trabajando, por todos mis superiores. Trabajo muy cómoda y me siento muy feliz de poder hacer lo que tanto me gusta'.